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No me olvides. Violencia doméstica en cuarentena y el caso de Sylvia Likens

por Agustina Carrizo

Prólogo
La violencia doméstica es uno de las mayores problemáticas a resolver tanto en Argentina como en el resto del mundo ya que tiene como víctimas a mujeres y niños pequeños de por medio, los cuales tienden a ser indefensos y estos episodios traen problemas graves para ellos en su futuro, si bien es algo que se logra superar. El año pasado (2019) junto a mi compañera Abril Rocco entrevistamos a Agustín Terzian, un abogado en el juzgado de familia N°2 de San Isidro, y conversamos sobre él y su trabajo, la violencia de género y doméstica, entre otros temas. En un momento le preguntamos cuál es un factor predominante en los casos de violencia según él y lo que observó en sus cuatro años de ejercicio, y respondió que (si bien hay muchísimos) el factor habitacional: ya que es uno de los que más activa en estas situaciones. Es decir, el hacinamiento es uno de los más importantes factores por el que se produce esta violencia, por lo tanto, en este contexto del COVID-19 en Argentina en donde todos debemos permanecer en nuestras casas por semanas, ¿los casos de violencia doméstica aumentarán drásticamente? Es por esto que además de ser una preocupación “general”, actualmente y a futuro esta problemática se vuelve aún más relevante.
 
 
Ella corre y ríe a carcajadas, no le importa el alrededor. Va confiada por la feria con sus amigos y se divierte como si fuera la última vez, el tiempo pasa volando. Sobre el caballo del carrusel que gira sin parar, cierra los ojos y ríe, no sabe qué pasa a su alrededor pero está bien, se siente bien. El leve viento al extender los brazos le da un aire fresco que la hace sentir liviana, libre. Respira hondo. El calor de la luz del sol en su rostro la hace feliz, le hace sentir la libertad. Es un sentimiento único, suena ilógico pero es real. Se escucha de fondo y a lo lejos la música mientras gira y gira, los niños ríen y ella también. “Well, shake it up, baby, now, twist and shout”, el carrusel gira más rápido y el viento es un tanto más fuerte, abre los ojos y todo pasa más rápido y un tanto borroso pero está bien porque se siente bien el viento y calor en su cuerpo. La música se acerca también, su ritmo se acelera y continúa: “You know you got me goin' now”. Los latidos se aceleran también, grita fuerte llena de adrenalina y euforia, abraza el aire. Se siente liberada. El caballo la sube y baja en un mismo lugar, ella no tiene control de nada pero está bien, se siente bien. “Come on, come on, come, come on, baby, now”, que siga así y más, necesita ese sentimiento único ahora mismo. Suena ilógico pero es real. El carrusel acelera, el viento es demasiado fuerte y el calor del sol parece concentrarse sólo en ella, el caballo baja y sube bruscamente, golpeándola y lastimándola con el alrededor. Sus latidos aceleran aún más, su respiración ya no es la misma. Abre los ojos pero todo lo que ve se mueve demasiado rápido, todo se confunde y las risas se alejan, ¿está sola? Quiere detenerlo pero no tiene el control, se desespera y el aire se agota de a poco, está atrapada para siempre. La música está demasiado alta, los sonidos de la canción ya no traen satisfacción. En un rápido cerrar y abrir de ojos salió del carrusel pero está en caída de miles de metros, el viento le produce malestar en su estómago, siente un ardor gigantesco y no puede evitarlo ni detenerlo. Abre los brazos pero no hay nada a su alrededor, no lo ve. Es un sentimiento único, parece ilógico pero es real. Finalmente el impacto llega, y llegó: todo su cuerpo lo sintió y queda prácticamente inmóvil. Las risas regresan pero son millones, ¿de qué se ríen? Todo a su alrededor es borroso, apenas se reconoce. Sus brazos y estómago arden, su cuerpo sólo puede retorcerse ante el dolor, “you know you twist so fine”. Alguien la toma y levanta, ¿quién es? Cae miles de veces. El dolor es insoportable, ella no tiene control de sí misma pero otros sí, las carcajadas y música se saturan y no saber qué sucede es un sentimiento único. “Twist and shout”, se siente ahogada, el aire le falta y su corazón bombea demasiado, va a explotar. Lo único que puede hacer es entregarse, está atrapada para siempre en ese vacío, pero sólo empeora. Impacto, cae mil veces más. Ya no se reconoce ni tiene control en ningún aspecto, es de ellos: de las millones de risas, “and let me know that you're mine” ¿Qué es tan gracioso? No lo ve, no lo siente. Desea no haberse quedado tanto tiempo en el carrusel, sabía que algo no andaba bien y luego… La música se detiene, las risas también. Todo desaparece en realidad: el dolor, la luz, la oscuridad; ya no necesita del aire. La hace sentir libre, no tiene el control pero está bien, se siente bien. Es un sentimiento único, suena ilógico pero es real.
 
 
 
En 1965 sucede uno de los peores casos de violencia doméstica en Indianápolis, Estados Unidos. Sylvia Likens, una chica de 16 años, y su hermana Jennifer, de 15 años, pasan a vivir a la casa de la soltera Gertrude Baniszewski, una mujer de 37 años que vivía allí con sus siete hijos. En cuatro meses, Sylvia soporta abusos, golpes, quemaduras, torturas y más, que se agravaban con el tiempo por parte de la familia, pero también de los niños y algunos adultos del vecindario: la casa era el lugar donde todos se reunían y reían ante los castigos destinados a la adolescente. Finalmente el 26 de diciembre de ese mismo año muere por hemorragia cerebral, shock y desnutrición, por fin la hermana confiesa lo que sucedió en esa casa. Los principales culpables fueron Gertrude Baniszewski, Paula Baniszewski, Coy Hubbert, Richard Hobbs, John Baniszewski Jr. y Stephanie Baniszewski. Como siempre sucede con estos casos, no existe ni habrá nunca una razón capaz de explicar estos actos.
Para más información del caso: Presentación Sylvia Likens
Se recomienda discreción, el contenido puede resultar sensible para algunos espectadores.
 
Epílogo
El 20 de marzo del 2020 se inició en la Argentina la cuarentena obligatoria, decretada por el Presidente Alberto Fernández el día anterior, por lo que los argentinos deben permanecer en sus casas hasta que se finalice. Muchos delitos disminuyeron, como los robos y asaltos, sin embargo la violencia doméstica no. Niños, niñas, adolescentes y mujeres siguen siendo víctimas, sus hogares representan un peligro. Presenciamos que durante los primeros días las llamadas para denunciar estos hechos habían disminuido en comparación al promedio, pero luego esto cambió radicalmente, e incluso eran un mayor número a lo promedio: las llamadas a la línea 144 incrementaron un 60% del 20 a 26 de marzo en la Provincia de Buenos Aires; entre el 20 de marzo y el 7 de abril, las denuncias al Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires, un 25%, y las llamadas a la línea 137, un 20%. En la línea 0 800 888 9898 del Polo de la Mujer (Córdoba) se recibieron "unas 300 llamadas diarias en promedio", de las cuales la mayoría se deben a violencia de género, abuso sexual y violencia familiar.
El caso de Sylvia Likens es un ejemplo de violencia doméstica a menores, lo cual tiene castigos, torturas y consecuencias que podrían tener similitudes con los casos actuales. La violencia no se ha detenido hasta el día de hoy, si bien tenemos muchos casos de los que aprender. Pero como mencioné anteriormente, la violencia doméstica no sólo tiene como víctimas a niños, niñas y adolescentes, sino también a mujeres. Se sabe que los femicidios en Argentina suceden cada 28 horas, sin embargo según distintas fuentes esto ha cambiado a suceder cada 25 o 23 horas. Desde que comenzó la cuarentena obligatoria hasta el día de hoy, del 20 de marzo al 17 de abril, han sucedido abusos y al menos 22 femicidios. Actualmente estamos acostumbrados a escuchar estos números y seguimos como si nada estuviese sucediendo en nuestra sociedad, pero cada caso tiene una víctima con un final violento y fatal.  A continuación, presentaré fragmentos de algunos de los casos recientes provenientes de las noticias de Clarín e Infobae:
Susana. 21 de Marzo. Susana Melo, de 51 años fue encontrada muerta un camino vecinal de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires tras ser asesinada a golpes. La policía detuvo a su ex pareja, Raúl Gregoria Costa, de 49 años. Susana ya lo había  denunciado varias veces por violencia.
Nombre desconocido para proteger la identidad del menor. 21 de marzo. Un niño de siete años era abusado sexualmente por su padre de 54, quien le tocaba sus partes íntimas siendo ejemplo esa misma noche en una calle de Las Cañitas, Buenos Aires. Luego de eso, los detiene la policía simplemente por no cumplir la cuarentena y el niño les confiesa el hecho. El padre fue detenido.
Lorena. 21 de marzo. Lorena Fabiola Barreto, de 32 años, murió apuñalada en su propia casa del Barrio Itatí, de Puerto Libertad, Misiones. Fue trasladada al hospital pero llegó sin signos vitales. Fue detenido su pareja, Roberto Rivero Medina, de 74 años. Lorena tenía un hijo de 16 años.
Verónica. 24 de marzo. Verónica Soule, de 31 años, fue encontrada en su casa de Santa Fe con el 80 % de su cuerpo quemado. Fue internada pero a la semana murió en el hospital. Su esposo dice que Verónica se autolesionó. La familia de ella asegura que él es violento, que le pegaba constantemente y que ella no lo había denunciado por temor. Verónica era madre de una nena de 8 años y un varón de 11. Se aguarda el resultado de la autopsia. Continúa la investigación.
Anacarla. 26 de marzo. Anacarla, de dos meses, fue baleada en su casa de Puerto Iguazú, Misiones. Horas después la beba murió en el hospital. Antonio Silva, de 40 años, discutía y amenazó de muerte con un arma a su madre de 19 años, Natalia P. Ella declaró que él mató a la beba.
Solange. 28 de marzo. Solange, de 2 años, murió ahorcada en Lules, Tucumán. Su padre, Leonardo Almirón, de 21 años, fue a la casa de su ex pareja y madre de la niña, discutieron y la amenaza de muerte. Él se llevó a la nena y la madre realiza la denuncia. La Policía los busca y encuentra a ambos colgados en un árbol en una finca de citrus ubicada en Las Tipas.
Cristina y Ada. 28 de marzo. Cristina Iglesias, de 40 años, fue apuñalada junto a su hija, Ada Iglesias, de 7 años, en Monte Chingolo, Lanús, provincia de Buenos Aires. Estaban desaparecidas desde el 25 de marzo y el 28 fueron encontradas sepultadas en el fondo de su vivienda. Abel Romero, de 25 años y novio de Cristina, fue detenido en Rafael Calzada como principal sospechoso de los femicidios luego que la policía quiso identificarlo mientras caminaba por la calle e incumplía la cuarentena.
Florencia. 31 de marzo. María Florencia Santa Cruz, de 39 años, fue estrangulada en Tigre, provincia de Buenos Aires. También fue abusada sexualmente. La encontraron muerta y semidesnuda “en un tapial ubicado en el cruce del Acceso Tigre y la calle Benito Lynch, cuando personal de la comisaría 1era.de Tigre a bordo de un patrullero pasó por el lugar y vio a una mujer colgada de un alambre con una campera alrededor de su cuello, con las rodillas en tierra”. Detuvieron a un conocido de Florencia, Santiago Ezequiel Hernández, de 32 años. Continúa la investigación.
Romina. 2 de abril. Romina Fernanda Videla, de 37 años, murió en La Plata, provincia de Buenos Aires. Había sido incinerada siete días antes. El ataque ocurrió el 27 de marzo en una vivienda de Melchor Romero, que Romina compartía con su pareja, Héctor Carrizo, de 60 años y jubilado del Servicio Penitenciario Bonaerense. Romina ya había denunciado a Carrizo reiteradas veces. Romina tenía siete hijas.
María.  3 de abril. María Alejandra Sarmiento, de 22 años,  murió apuñalada en su casa de Tucumán. Fue detenido su ex pareja Edmundo Martínez, de 55 años. Ya lo había denunciado cuatro veces en la comisaría. Tenía dos hijas, que fueron testigos del asesinato.
Roxana. 3 de abril. Roxana Casimiro, de 28 años, murió por múltiples fracturas en el hospital San Juan Bautista de Catamarca donde estaba internada. Había llegado inconsciente. Sigue la investigación.
Estela. 4 de abril Estela Florentín, de 40 años, fue baleada en su casa de Ayacucho, Provincia de Buenos Aires. El culpable, quien se suicidó, sería su pareja José Alberto Urtizbiría, de 61 años. Estela tenía una hija de 18 años.
Pamela. 5 de abril. Pamela Cardozo, de 28 años, fue apuñalada en su casa en el Barrio Estrella del Sur, Corzuela, Chaco. El culpable, quien se suicidó, sería su pareja de 28 años,  Daniel Olivera, con quien compartía la vivienda. Pamela tenía una hija.
María. 6 de abril. María Esperanza Yusco, de 45 años, fue apuñalada en su vivienda en Escobar, Provincia de Buenos Aires. El culpable sería su esposo Jerónimo Cruz, de con el que compartía la vivienda y esposo de 60 años, Jerónimo Cruz, con quien compartía la vivienda. Él se autolesionó y murió en el hospital. Cruz, “había salido de la cárcel hace un mes y medio: estaba preso por trata de personas”. María tenía varios hijos e hijas.
Soledad. 7 de abril. Soledad Nahiara Miranda, de 3 años, fue asesinada a los goles en Los Menucos, Río Negro. Detuvieron a Carlos Rubén Erbin, padrastro de víctima. El 26 de febrero, Valeria Miranda, madre de la nena, había iniciado un proceso por violencia familiar y de género contra Erbin en el juzgado de Paz de Los Menucos. Continúa la investigación.
Soledad. Días atrás, Soledad Carioli, de 22 años, murió en el Hospital Municipal de Chivilcoy por grave estado de desnutrición y un cuadro neumonía. Fue detenido su pareja Flavio Emiliano Pérez, de 35 años, por el delito de lesiones graves y abandono de persona.
Camila. 4 de abril. Camila Aldana Tarocco, de 26 años, se encuentra desaparecida en Moreno, Provincia de Buenos Aires. Fue encontrada el 15 de abril de una bolsa semienterrado en un descampado ubicado a 200 metros de la casa de su ex novio Ariel Alberto González, de 36 años. Continúa la investigación. Camila tenía dos hijos de 5 y 7 años.
Olga. En abril. Olga Verón, de 37 años, fue estrangulada mientras dormía. El 16 de abril detienen a Víctor Cáceres, de 37 años, que había mentido y dicho que fue un accidente, Olga tenía 4 hijos.
Jesica. En abril. Jesica Natalia Minaglia, de 30 años, fue encontrada muerta en su casa de la ciudad de Comandante Luis Piedra Buena, Santa Cruz, con manchas de sangre en su ropa. El 16 de abril detienen a la fuerza a su expareja Pablo Alejandro Núñez, de 36 años.

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