
Encuarentenados y a corazón abierto
Cuando la realidad supera la ficción
Los Boxeadores de Auschwitz
por Ezequiel Nuñez
Prólogo
El Holocausto, Shoá para la comunidad judía y también conocida como “Solución Final” según la terminología nacionalsocialista, es el genocidio que sufrió el pueblo judío en Europa, durante la Segunda Guerra Mundial, por parte de la Alemania Nazi (1933-1945), siendo orquestados en toda las zonas de Europa bajo dominio alemán.
La “solución final” se puso en marcha a finales de otoño de 1941, y llegó a su punto más álgido en primavera de 1942. Las víctimas, mayormente judíos, eran transportadas en trenes de carga, que eran dirigidos a campos de concentracion, campos de trabajos forzados y campos de exterminio.
El campo más conocido e importante del régimen nazi fue Auschwitz que no era solo un campo, sino que era un complejo de tres campos. Auschwitz I era el original y funcionaba como campo de concentración, este antes de caer bajo dominio alemán era una base militar polaca. El segundo y el más terrible de los tres era Auschwitz II Birkenau, que cumplía funciones de campo de concentración y exterminio. En esta abominación del Tercer Reich murieron más de un millón de judíos. Esto debido a las cámaras de gas que contaba el complejo, estas podían asesinar a 2.500 personas por turno, además este era supervisado por el doctor Josef Mengele, también conocido como “El ángel de muerte”, este monstruo llevaba a cabo toda clase de experimentos a los prisioneros. El tercero de los campos, Auschwitz III Monowitz, que era un campo de trabajo forzado para la IG Farben, un conjunto de empresas alemanas dedicado a las áreas militares, metalúrgicas y minas de Alemania.
Este relato está basado en la vida Noah Klieger. Sobreviviente del Holocausto y de Auschwitz
Una noche fría de 1943, en Polonia un tren paraba al oeste de la ciudad de Cracovia, en un pequeño pueblo llamado Oświęcim. Entre estos vagones, estaba Noah Klieger, un judío francés que había sido encarcelado por la Gestapo, en Bruselas, Bélgica, tras ser encontrado culpable de formar un movimiento sionista juvenil y clandestino, que había salvado a doscientos setenta judíos. Después de que hubiera sido encarcelado por los oficiales de la Gestapo, se lo llevó al campo de tránsito de Mechelen, donde estuvo unos días hasta que lo subieron a otro tren junto a un amigo judío de origen belga, que conoció cuando lo salvó en Francia. Noah vio por una de las escasas y pequeñas ventanas que tenía el tren una entrada que decía: “Arbeit macht frei”.
El trabajo te libera, significa.- dijo un prisionero, que hablaba alemán y francés.
¿Es un campo de trabajo o de concentración?- Preguntó Noah.
Trabajo.-respondió.
Noah en ese momento empieza a sentir un poco de alivio, porque piensa que acaba de salvarse de los campos de concentración, pero él nunca había escuchado de los de trabajo. Ellos apenas sabían qué pasaba con los judíos que se llevaban, era obvio que no era algo bueno, pero no sabían lo que les esperaba a los pobres hombres, mujeres, ancianos y niños que se llevaban, ahora él experimentaba de primera plana.
De repente el tren empezó a ralentizarse bruscamente, los prisioneros tuvieron que agarrarse fuertemente de donde podían, algunos de los parados se cayeron al suelo o arriba de los que estaban sentados en el suelo, principalmente niños. Cuando logran levantarse por cuenta propia y ayudan a los demás pasajeros, el tren suena de golpe, y vuelve a suceder lo mismo. Caen al suelo y se levantan pero esta vez lo hacen rápidamente, ya que el tren había parado. Empiezan a sonar unos gritos en alemán que eran de afuera, dirigidos a quienes estaban en el vagón delantero. Los gritos eran inentendibles, para quienes estaban en el vagón de Noah. En ese momento se escuchan fuertes pisadas del lado de la puerta, se escucha cómo abren la cerradura, y cómo rechina por el óxido que tenía, las puertas se abren lentamente por el peso que estas tenían, entra una fuerte ventisca de viento frío, que a medida que se abre más la puerta más lo sienten, los prisioneros empiezan a amontonarse en la parte trasera porque ahí no llegaba el frío, pero a medida que se abría la puerta cada vez era peor el frío que entraba, además podía escucharse más claramente el ruido del exterior, los gritos de los guardias y algunos de los judíos que bajaban rápidamente del vagón.
¿Qué está pasando?¿Nos van a…- Suena un disparo desde el exterior y todos
en el vagón quedan petrificados, algunos empiezan a orinarse encima por el frío y el miedo que tenían, unos segundos después se terminan de abrir las puertas cuando aparecen soldados uniformados de la SS.
¡Salgan del tren, malditos judios!- Mientras los apuntaban con ametralladoras.-
¡Mujeres por la izquierda, hombres por la derecha!- Dijo el otro guardia que también los apuntaba.
La gente empezó a bajar de los vagones tratando de aguantar el frío. Cuando Noah bajó vio el cuerpo del hombre al que le habían disparado del otro vagón y a una mujer llorando sobre su cuerpo. En ese momento otro soldado le dispara y cae su cuerpo sobre el otro. Otro prisionero empuja a Noah cuando salía y él vuelve a seguir las órdenes de hacer la fila, trataba de darse calor a él mismo frotándose las manos, pero no paraba de temblar. Mientras hacía la fila notaba en el suelo lo que parecía ser nieve, pero instantáneamente vio las grandes chimeneas y lo que caía no era lo que él creía, ya que se trataba de las cenizas de los cuerpos de los prisioneros incinerados. Ahí se dieron cuenta él y otros cuantos prisioneros que no estaban en ese lugar para trabajar.
Mientras tanto ellos estaban sufriendo todo el frío de Alta Silesia, que es una de las regiones más frías de Europa, por en ese momento estaba haciendo menos de veinte grados bajo cero, cuando los alemanes dieron la orden de que se desvistieran, mientras ellos tenían unos grandes abrigos que los cubrían del frío. Los apuraron para que se desvistieran lo más rápido posible, y cuando el último terminó, todavía los hacían esperar ahí afuera. Pasó una hora hasta que los llevaron a un hangar, pero cuando llegaron, se sorprendieron al ver que no tenía tejado, y creyeron que estarían ahí un momento hasta que les asignaran un lugar o les dieran ropa, pero no. Dentro del hangar él reconoció a una de las personas que había ahí, un amigo belga que había hecho durante su estadía en Bélgica cuando estaba con el movimiento sionista.
Noah no podía llegar a su amigo ya que había soldados nazis en el hangar vigilando la zona. En el tiempo que pasó ahí, se puso varios objetivos, pero hubo tres que para él eran los más importantes. El primero, sobrevivir, aunque él creía que no lo lograría, esto cada vez lo angustiaba más al ver al resto de sus compañeros que los veía caer morir congelados, por las bajísimas temperaturas. El segundo de sus objetivos era contar al mundo lo que estaba sucediendo allí, y lo que le sucedió y lo que vaya a sucederle mientras esté ahí, en ese lugar que muchos describen como el infierno en la Tierra. Y el tercero conseguir una nación para todos los judíos del mundo, sin importar su origen, Israel.
Para cuando llegaron los soldados y los hicieron moverse hacia otro bloque, habían muerto aproximadamente dos tercios del total de los hombres que había en el hangar. Una vez ahí les dieron ropa, unas prendas muy sucias, desgastadas, algunas rotas, y otras pocas con sangre, a estas prendas se las conoce como pijamas o pijamas a rayas, y como calzado a los judíos les daban zapatos de madera. Cada uno eligió su litera que era compartida, pero al tiempo se convierten en individuales, ya que morían sus compañeros de litera, después traían más judíos y tenías que volver a compartirla con otra persona, o en el peor de los casos cinco por litera. Cuando él eligió, se puso con su amigo belga. Los hacían trabajar cavando fosas, moviendo piedras y los hacían construir otras habitaciones, y muebles para los oficiales que dirigían los campos. Pero un día Noah cayó del cansancio y la enfermedad, ya que estaba gravemente enfermo de neumonía, debilitado por todo el trabajo forzado que les hacían hacer más la escasa y deplorable comida que les daban. Fue ahí la primera vez que Noah esquivó la muerte. Debido a su estado, soldados decidieron preguntarle a su oficial a cargo cuándo era el próximo turno para mandarlo a la cámara de gas. Para esto lo arrastraron hasta el cuartel general, donde no solo estaban varios oficiales hablando entre ellos, sino también un doctor quien además supervisaba el recinto, el mismísimo Josef Mengele. Fue ahí mismo cuando decidieron mandaron a la cámara de gas, pero de alguna forma Noah consiguió que no lo mandaran a morir. Logró convencerlos de que todavía le era útil al Tercer Reich, nadie sabe cómo lo consiguió pero consiguió lo imposible, y esta no es la última vez que algo parecido sucederá.
Después de unos días pudo recuperarse un poco, no del todo pero lo suficiente como para hacer las tareas que le daban. Luego de unos días, cuando estaban en los bloques, dos oficiales y unos soldados los hicieron salir a todos los prisioneros afuera.
¡Salgan todos inmediatamente!- Dice uno de los oficiales. Empiezan a salir todos en
silencio.- ¡Van a ir a trabajar a un subcampo lejano. No hay camiones suficientes para transportar a todos!¡Los enfermos, ancianos y los que no estén en forma suban al camión. El resto a pie. Ya!
Noah y su amigo son los primeros en subir a uno de los camiones, dentro había un joven soldado de las SS.
¡Bajen inmediatamente!- Le dice el guardia a ellos dos.
Pero Noah y su amigo lo ignoran y no lo miran, haciendo de cuenta que se lo decía a otros prisioneros.
Les dije que se bajen del camión de inmediato.- En voz baja pero de manera intimidantemente.
Otra vez vuelven a ignorar al soldado, y se hacen los distraídos.
¡O se bajan o les disparo!- Les grita a los dos.
En esta ocasión sí hicieron caso al soldado, treparon por la cabina del camión, ya que estaba lleno y no podían salir por donde entraron.
Fueron caminando junto a los otros prisioneros al campamento. Luego de unos días se enteraron de que fue un milagro lo que había sucedido, y que aquel soldado les había salvado la vida, los prisioneros que habían subido a los camiones fueron enviados a las cámaras de gas, donde les dijeron que iban a lavarse y desinfectarse, les hicieron quitarles las ropas y los gasearon con Zyklon B, que era un gas letal que asesinaba a los prisioneros en aproximadamente veinte minutos. Noah le dice a su amigo y a sí mismo, lo que él cree que pensó el soldado, poniéndose en su lugar:
A estos dos jóvenes les voy a dar una oportunidad, no están aquí para sobrevivir, pero
¿Quién sabe?- Ya que el soldado sabía cuál era el destino del camión y él evitó que ellos se subieran al camión, salvando su vida en ese momento siendo esta la segunda vez que Noah salvó su vida.
Después de unos días, unos oficiales y varios soldados los hicieron salir y formar como todas las mañanas para ir a mandarlos a trabajar. Pero los enviaron al auditorio, allí los recibió el comandante de Auschwitz III, su nombre era Heinrich Schwarz.
¿Quién sabe boxear?- Preguntó.
Entre los novecientos hombres, había allí dos boxeadores profesionales: Sally Weinschenk, que fue durante cuatro años campeón de Europa de peso medio y el segundo era Sam Potts, un hombre que medía cerca de dos metros, tenía unos veinte años y pesaba ciento diecisiete kilos. También levantó la mano Jean Korn quien era un arquero de un equipo importante de la época, él era un excelente deportista que tenía veintiséis años y medía un metro noventa. En ese momento Noah se dijo a sí mismo: “Si quieren boxeadores, debe ser para algo positivo”. Y levantó la mano, luego les tomaron los nombres, todavía no les habían asignado un número a cada prisionero ya que todavía eran nuevos y no había muerto la cantidad suficiente de judíos, a todos los que se ofrecieron. Sin saberlo acababa de salvarse la vida de manera definitiva. El comandante Schwarz era un amante del boxeo, como entretenimiento para su personal decidió que pelearán los domingos en la Appellplatz que era la plaza central de Auschwitz III y cuando esto no podía llevar a cabo se hacían en un hangar donde solo podían asistir los soldados de las SS por motivos de espacio, a estas peleas también podían asistir los prisioneros que estaban asignados a la fábrica.
Al otro día a la mañana aparecieron soldados de las SS, estos preguntaron por los boxeadores que se habían anotado el día anterior. Los llevaron a Auschwitz I, donde los dejaron trabajando durante unas horas, allí Noah viendo cómo los hacían trabajar en esa zona observó como un niño que hacían trabajar quiso escapar por uno de los alambrados. Este quedó electrocutado y un soldado le disparó para matarlo, mientras otro soldado llevaba a un hombre llorando que parecía ser su padre, a este le hicieron levantar el cuerpo de su hijo, cavar la tumba y enterrarlo, cuando terminó uno de los soldados de las SS lo asesinó de un disparo en la cabeza.
Llega un camión del que se baja un soldado que les indica a los cuatro boxeadores que se suban rápido. Cuando llegan al destino, era Auschwitz III donde comandaba Schwarz, cuando bajaron no los dejaron en un bloque de prisioneros, sino que los dejaron en una sala de boxeo, donde había veintisiete o veintiocho hombres entrenando. Él no entendía cómo era posible que hubieran construido una zona de boxeo en un lugar tan oscuro como lo era, un lugar cuyo único fin era asesinar, había un ring, sacos de arena y algunas pesas.
Antes de ingresar al gimnasio los llevaron a una mesa donde les asignaron sus números, ya que tenían pensado que esos prisioneros si aguantaran más tiempo e inclusive más de lo normal, dado que las condiciones que tenían los boxeadores eran mucho mejores que las de los demás prisioneros, aunque seguían siendo infrahumanas.
172.345 era el número que le asignaron, en ese momento pasó de ser Noah Klieger a solo un número, este momento devastaba a la mayoría de los prisioneros ya que se les quitaba una de las pocas cosas que les quedaban como su identidad, además de demostrar lo que eran esas personas para el régimen nazi, eran peor que ganado, prácticamente los ponían al nivel de basura.
Cuando llegaron al gimnasio los recibió un preso mucho más grande que el resto, que tenía un pijama hecho a medida además de que tenía pelo, algo muy poco usual ya que por causa de la desnutrición no volvía a crecer, además de que caía todo el vello corporal.
Me llamo Kurt Magatanz y soy el responsable de los boxeadores. Demuestren sus habilidades, ya que ustedes se declararon boxeadores, si alguno mintió haré que los lleven a la cámara de gas.- dijo el responsable de los boxeadores.
En ese momento, los boxeadores profesionales Sally y Sam fueron adelante y demostraron que eran experimentados. Por suerte para el arquero y para él, Magatanz dio por aprobado el examen a los cuatro por más que ellos dos no lo hicieron. En el momento que entraron al equipo de boxeadores, Noah empezó a entrenar aunque tenía miedo de usar el saco de arena ya que temía romperse la mano por no saber golpear, además de lo debilitado que estuvo después de todo el trabajo pesado que le hacían hacer.
Mientras entrenaba, observaba a un boxeador pequeño que golpeaba muy rápido y contundente, nunca había visto a alguien golpear el saco de arena de esa forma. Magatanz se dio cuenta y se acercó a Noah.
Es un campeón del mundo.- dijo Magatanz.
¿Un campeón del mundo?¿Quién es?- Le preguntó Noah.
Young Perez.
Para los demás boxeadores y prisioneros era impensable que en un lugar como este se encontrase un campeón del mundo. Lo llamaban como “Campeón”.Él había sido campeón mundial de peso mosca en 1931, era un tunecino de ascendencia judía pero vivía y tenía la ciudadanía en Francia. Además participaron boxeadores profesionales como Bari, un francés judío, también un judío griego que había sido campeón de los Balcanes.
Los soldados de las SS tenían todo preparado para Young Perez, querían que siempre estuviera preparado para pelear, por lo que hacía tres horas de entrenamiento diario, lo alimentaban de manera correcta y lo dejaban correr. Para tener el equipamiento de boxeo hicieron que las autoridades del campo les permitiesen a las familias enviar los guantes de boxeo, botas, sacos de arena, etc.
Noah se acerca a “Campeón” y empiezan a hablar. Él estaba muy dispuesto a hablar ya que era la primera persona con la que podía, ya que solo podía hablar francés y árabe. Mientras hablaban se acercó otro boxeador, se presentó como Jacko Razón y su apodo “Zemento”, quien era el judío griego. Él se había acercado a Noah por un simple motivo descubrió que él no era un boxeador.
Tú no eres boxeador.- Le dijo a Noah.
No, no lo soy. ¿Cómo podría serlo a mi edad?
Eso es muy peligroso, porque los combates van a empezar dentro de muy poco, y el
comandante es un experto en boxeo. Se va a dar cuenta de que no eres boxeador. Y te van a sacar del ring para llevarte a la cámara de gas.- Le explicó “Zemento”- Vamos a hacer algo. En tu primer combate voy a luchar contigo y lo vamos a falsear. Te voy a pasar mi defensa para que puedas golpearme, yo también te golpearé pero controlando la fuerza.
Noah aceptó la propuesta y terminaron de recibirlo en el equipo de boxeo.
Tras varios días como boxeador Noah notó las diferencias entre ser boxeador y ser un prisionero común, trabajaban once horas al día, y tenían a las SS encima todo el día. Les daban escasa comida pero mucho más que a un prisionero común, por las mañanas les daban un litro agua oscura que decían ser café, un pedazo de pan negro, y por la noche una sopa que le daban a los chanchos. Y el domingo que era día de descanso les daban un pedazo de salchichón extra. De esta manera el comandante los enviaba a pelear a todos los boxeadores cuando había pelea, pero la diferencia la hacía un litro suplementario de sopa que repartían a los combatientes, esta sopa era distinta ya que era la misma que tomaban los soldados de las SS, no ese alimento para cerdos.
De esa manera Noah peleó veintidós o veintitrés, pero no ganó ni uno, todos los boxeadores eran mejores que él, al comandante no le importaba cómo peleaba ya que solo quería ver el espectáculo, además algunos boxeadores se dejaban golpear por Noah para que no pareciera tanto que era nuevo.
Pasó esto una y otra vez hasta que en abril de 1945, los enviaron al campo Mittelbau-Dora, donde estuvo unos días, luego obligaron a Noah y a todos los boxeadores a marchar en unas de las grandes marchas de la muerte al campo de Ravensbrück, donde fue liberado por soldados de la Unión Soviética.
Epílogo
Noah Krigler cuando es liberado, visita París, Francia, en busca de su familia, pero no la encuentra por lo que viaja a Bruselas, Bélgica, y llega a la casa de un amigo el cual le dice que sus padres habían estado ahí hacía diez minutos, entonces va al subterráneo de la ciudad tranquilo sabiendo que sus padres estaban vivos.
Durante el viaje de subte se sienta delante de una pareja de personas ya adultas que de casualidad eran sus padres.
Luego estudió periodismo y se dedicó a cubrir los juicios a los nazis en Bélgica, Francia y Alemania, siendo el más destacado el de Adolf Eichmann, uno de los ideólogos del holocausto. Después de la guerra fue a vivir a Francia por unos pocos años, hasta que viajó a Palestina, y peleó en la guerra civil palestina, después peleó en la guerra árabe-israelí y cuando llegaba el fin de la guerra y se proclamaba la independencia de Israel, reanudó su carrera periodística.
A lo largo de su trayectoria también fue presidente del club de baloncesto Maccabi Tel Aviv y presidente del consejo de medios de la FIBA. Fue invitado de honor y orador principal de la última ceremonia conmemorativa del Holocausto de las Naciones Unidas, en enero de 2017. En 2010 fue galardonado con la Orden de Mérito de FIBA y en 2012 se convirtió en Caballero de la Legión de Honor de Francia.