
Encuarentenados y a corazón abierto
Cuando la realidad supera la ficción
La realidad de la "Solución Final"
por Santiago López
Prólogo
En esta historia vamos a contar sobre cómo los judíos fueron masacrados y casi exterminados en la Segunda Guerra Mundial,al mando de Adolf Hitler y sus aliados, los cuales tuvieron un rol fundamental en cómo la alemania nazi logró causar esas semejantes atrocidades contra el pueblo judío.
Para empezar, vamos a decir que se ha puesto énfasis en buscar la mayor información de personas que pudieron sobrevivir, tanto a los campos de concentración alemanes, como de soldados que liberaron a los judíos de los campos de concentración. Poniendo énfasis en la historia personal de un joven que tuvo que atravesar por determinadas situaciones altamente traumáticas. Intentaremos dar a conocer la modalidad que sostuvieron los nazis en el trato a sus prisioneros o enemigos principales, los cuales fueron el pueblo judío.
¿Estos tratos fueron cambiando con el tiempo? o tal vez, ¿se habrán potenciando con el paso del tiempo?, ¿qué impacto generaba a las personas en su entorno el ser judío y qué emociones les podría surgir?¿El haber atravesado por esta vivencia altamente traumática habrá podido permitir a los sobrevivientes poder continuar con sus vidas?, ¿cómo?, estos son algunos de los interrogantes que trataremos de dar respuesta.
También nos gustaría recordar que esta es una parte muy oscura de nuestra humanidad y hay que tener en cuenta que todos los hechos ocurridos en esta historia son verdaderos y han generado mucho sufrimiento y dolor en tantas personas, no se debe olvidar a fin de que jamás vuelvan a ocurrir. Esta historia es solo una manera de poder recordar y homenajear al recordar a todos aquellos que murieron inocentemente, a quienes les robaron sus sueños, su futuro, sus ilusiones, en definitiva sus valiosas e inolvidables vidas.
La realidad de la “ Solución Final”
En el año 1940 un niño llamado Hirsz Litmanowicz con 8 años de edad, vivía en esos tiempos feliz y contento con su familia en Polonia. Residía junto a su madre, padre, sus dos hermanas y su hermano. Ellos eran muy unidos en su casa, siempre intentando ayudarse y protegerse de todo lo posible. En ese entonces no podría ni imaginarse que el señor Hirsz Litmanowicz comenzaría a vivir una triste y horrorosa realidad. El 1 de septiembre del año 1940, Adolf Hitler y sus fuerzas alemanas tomaron Polonia y con esto comenzó unos de los peores períodos de nuestra humanidad. Hirsz recuerda ese trágico día, él dijo: ”Era un buen día, yo me encontraba en la calle y ese día en particular no había nadie, mucha gente se había ido sabiendo que los alemanes se acercaban y yo al verlos rápidamente corrí a mi casa sin saber qué era lo que en realidad pasaba”.
Después de estos acontecimientos empezaron los problemas y Litmanowicz vio cómo su vida se derrumbaba de un día al otro, observando en silencio cómo la comida empezó a escasear, luego siendo humillados y por último, terminando en el peor lugar del mundo, el cual era Auschwitz, el campo de concentración más duro y escalofriante de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, él sintió cuál sería su desenlace y el de su pueblo. En el viaje a Auschwitz pudo ver cómo obligaban a todos a subirse a unos trenes y separarse de su familia. Se quedó solo con su hermano mayor en donde él vivió en carne propia cómo todos viajaban juntos y apretados en unos trenes en mal estado y sin asientos. Luego de viajar varias horas llegaron a Auschwitz en donde pudo observar cómo separaban a las personas en dos grupos, uno de los cuales seguiría viviendo y otro de los grupos que tendría la mala fortuna de ir a la cámara de gas. En ese momento fue testigo de cómo a su hermano lo separaron drásticamente de él, rumbo hacia la cámara de gas y sintió que sería la última vez que vería a su hermano con vida. Sin poder despedirse de él, quedando completamente solo en Auschwitz con la angustia de lo sucedido con su querido hermano.
Esa misma noche del 1942, en la cual pasó su primera noche en el campo de concentración alemán, no podía dormir debido a los golpes que él escuchaba con tanta fuerza y repetitivamente, en ese momento él pensó que eran personas tirando piedras contra una pared. Dada su curiosidad, Litmanowicz y otros compañeros se acercaron silenciosamente hacia una ventana para poder observar de dónde provenía ese ruido semejante, nunca imaginó lo que en verdad vería en su primera noche. Pudo ver un camión militar en el cual unos soldados estaban cargando cadáveres, llenando los camiones con los cuerpos de sus compañeros caídos y al hacer esto los tiraban como si fuesen sandías, provocando que las cabezas de estos golpearan con las barandillas. Todo esto era lo que iba causando el ruido que no dejaba dormir a Hirsz, ni a las personas que estaban con él. Años más tarde, él manifestará que en ese bloque en el cual se encontraba, era el mismo lugar donde debajo funcionaba como la morgue en donde los alemanes se encargaban de guardar los cadáveres de los judíos, los cuales luego serían transportados por la noche hacia algún lugar desconocido.
Luego, al pasar el tiempo, se encontraría con la realidad del sitio, ya que vería cómo su vida sería un infierno sufriendo hambruna, soledad y soportando la vida en aquel terrorífico campo, pero todavía no vería lo peor de aquel lugar, ya que su sufrimiento aumentó cuando vio y conoció al médico y científico alemán Josef Mengele, el cual Hirsz dijo: ”cada vez que lo veías o te llamaba se te ponían los pelos de punta”.
Litmanowicz tuvo la desafortunada posibilidad de ser testigo de cómo Mengele y otras 12 personas en total los usaban para fines experimentales y lo peor de todo es que ellos desconocían de qué se podría llegar a tratar estos experimentos. Allí efectuaban los experimentos con radiación, incluso a mujeres embarazadas, generando por la irradiación severas alteraciones genéticas. En todos esos dolorosos años pudo ver y grabarse a fuego cómo muchas personas sufrían de dolor, más allá de sus propios límites. Pensando que Hirsz, quien era conocido como el muchacho de mandados de Mengele, presintió que no lograría sobrevivir. Lo obligaron a ir con Mengele, sabiendo todo el daño que producía en aquel campo de concentración. Litmanowicz recuerda años más tarde a Mengele como: “un loco y sádico psicópata el cual él no entendía cómo siendo un médico podría haber hecho todas esas atrocidades en contra de la humanidad”.
Una de las tantas veces que estuvo con Mengele vio cómo estaba intentado cambiar el color de los ojos a las personas inyectándoles pintura en los ojos, haciéndolos quedar ciegos. Dichas personas que eran obligados a realizar estos experimentos sin importar sus consecuencias. En su visión de vida, él sabía que su grupo de 12 personas estaba condenado a la muerte inevitablemente y si ellos morían no pasaría nada, ya que solo serían reemplazados como simples animales por otros judíos en aquel campo de concentración.
Todas estas atrocidades sucedieron hasta fines de 1944, esto debido a que los Aliados habían conseguido bombardear el lugar donde Mengele hacía los experimentos, lo cual logró que perdiera todo sus materiales de investigación poniendo fin a las atrocidades de sus experimentos, pero esto no evitó que el sufrimiento y el dolor perdure.
Pero cuando los Aliados estaban a punto de llegar a Berlín por parte del lado Soviético, dos días antes de que eso pasara Hirsz fue embarcado en pequeños grupos y los mandaron a marchar en dirección al norte. Esto teniendo en cuenta el mal estado en que sus cuerpos estaban, debido a los muchos años de mala alimentación, de vivir en condiciones sumamente denigrantes, desfavorables y a su vez a la gran cantidad de enfermedades que muchos de ellos padecían, hasta llegar a Hamburgo desde donde, recorrieron una distancia de 68 km caminando hasta que por fin llegaron por la mañana a Lübeck. Estando agotados al límite de sus fuerzas, al mediodía aparecieron lo ingleses y lograron liberarlos de la tortura.
Hirsz a pesar de todo esto no podía sentir felicidad por su inminente libertad, ya que finalmente se sentía absolutamente solo, al no tener a nadie en este mundo, no sabía qué hacer con su vida, cómo seguir adelante. Pero finalmente tuvo la suerte de que a su destino se acercara un grupo de prisioneros franceses, en el cual se encontraba un ex oficial francés judío, quien había sido capturado luego de que Francia se rindiera en 1940 ante Alemania y le transmitió a Hirsz que serían enviados a Francia. Una vez establecido en dicho país intentó buscar a sus familiares, deseando, soñando que alguno pudiera estar vivo tras la feroz guerra. Sus esperanzas eran pocas ya que él al ser actor participante activo, conociendo los casos ocurridos, pensó que toda su familia había muerto. De todas maneras mantuvo la fe, la esperanza en que tal vez alguno habría logrado poder sobrevivir. Pasado tres años, tuvo la inmensa satisfacción de poder encontrar a su hermana menor, quien logró sobrevivir a la guerra.
Una vez que finalizó sus estudios en Francia, decidió ir a buscar trabajo, lo cual en ese momento no era fácil conseguir. Hirsz y su hermana deciden viajar a sudamérica, exactamente a Perú. Allí se instaló y vivió durante sesenta y siete años. En la actualidad a los 90 años, no puede permitirse nuestro protagonista contar sobre los hechos ocurridos que él mismo vivió durante la Segunda Guerra Mundial. Litmanowicz llegó al extremo de no emitir ni una sola palabra al respecto, ni siquiera pudiendo compartir los hechos más traumáticos, dolorosos con su familia. Tampoco con su propia hermana, quien como sabemos también debió atravesar los mismos hechos tan traumáticos. ”Él mientras le tomábamos el testimonio de lo que había pasado me mostró unas fotos, las cuales encontró hace poco y siempre que las ve se pone a llorar debido a que en esas fotos se encuentra la imagen de su hermana mayor la cual no logró sobrevivir”.
Era tal su imposibilidad para exteriorizar algo de lo que tuvo que atravesar en aquellos días horribles, que ni sus hijos conocieron la realidad de su padre hasta hace recién cinco años, cuando pudo contarles la triste historia vivida, con lo cual luego debió volver a reconstruirse, buscando, rearmando su propia identidad.
Epílogo
Luego de tanto sufrimiento y conflicto, el 8 de mayo de 1945 con el suicidio de Adolf Hitler se puso fin a la Segunda Guerra Mundial. Esto provocó que los Aliados descubrieran todos los horrores que la alemania Nazi había provocado al pueblo Judío. Más tarde, se lo consideró como los crímenes más drásticos de la humanidad, lo cual hizo que luego de que terminara la guerra se hiciera un Juicio a los principales culpables, los cuales eran los altos cargos alemanes de esa época. Debido a la muerte de Adolf Hitler, el principal culpable y responsable sería su segundo al mando, cuyo nombre era: Hermann Göring, el cual era comandante en jefe de la Luftwaffe y presidente del Parlamento alemán, a su vez, de muchos otros personajes que causaron la muerte de millones de personas y que mataron a más de 5 millones de judíos en los campos de concentración. Muchos de estos militares de alto rango fueron juzgados y llevados a la horca en el caso Nuremberg. Pero a su vez, muchos de los militares de alto rango lograron escapar y sobrevivir en América gracias a la ayuda de otros militares de alto rango de esos países, como por ejemplo se dice que en Argentina el señor Josef Mengele, quien logró vivir en Bariloche junto a otros personajes de alto rango nazis por mucho tiempo.
En nuestros días, luego de haber pasado ya muchos años de esta cruel realidad y saberse toda la verdad de lo sucedido en los campos de concentración, tenemos y debemos recordar lo que sucedió allí, para que como ciudadanos no permitamos que algo así vuelva a suceder. Un ejemplo es Auschwitz en donde pasaron los acontecimientos más macabros y donde hoy en día se puede conocer, recorrer y poder así brindar homenaje en el silencio a todas aquellas personas inocentes con sueños hechos mil pedazos por culpa de mentes enfermas, a las cuales nada les importó, desarmando familias, sueños, proyectos y dejando huellas negativas y hasta en muchos casos traumáticas e imborrables en todos aquellos que lograron sobrevivir.