Prólogo

A veces hay que dejar mucho para vivir, pero después de pasar por la frustración y la angustia, la tormenta para, el cielo se despeja y nos damos cuenta de que los sacrificios son necesarios, dejamos nuestro país, dejamos nuestra familia, el amor que hace sentir cálido nuestro hogar pero aprendemos que fue para conseguir algo mejor, estar bien y vivir un poco más alegres. Aunque sea difícil, se puede.

El siguiente es un relato reconstruido a partir de testimonios del programa de canal Encuentro “Migrantes: Una casa africana, Senegal”.

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Capítulo 1

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¿Qué estoy haciendo? ¿Adónde es que me dirijo? ¿Qué es lo que busco? ¿Qué estoy dejando atrás?¿Por qué lo estoy dejando atrás?
Es un viaje de dos días hasta Argentina y mi cabeza se está llenando de dudas, pero mi esposo me espera allá, estoy haciendo esto para seguir estudiando, estoy haciendo esto por mi familia; eso me deja más tranquila, no del todo, pero un poco más tranquila.

Llegando al aeropuerto, bajo del avión, inhalo profundo y exhalo, no sé qué me espera, solo un par de cosas que mi esposo me contó alguna vez, pero nada más. Estoy nerviosa: mi corazón late rápido y me transpira la mano que sostiene la valija, el bullicio de voces que no entiendo me tiene aturdida y estoy desorientada pero ahí está él, detrás de la cinta, esperándome y todas las preocupaciones se convierten en felicidad. Corro a abrazarlo y mi corazón sigue latiendo rápido, pero ahora es algo bueno y vuelvo a respirar con tranquilidad pero no pude dormir mucho en el avión y ahora que mi cabeza vuelve a estar serena,  necesito descansar.

Pasaron días y semanas, no me adapto del todo a la rutina, mi  esposo se va a trabajar en la mañana y vuelve por la noche, cuando salgo de compras la gente me mira y me hace sentir incómoda, todavía no entiendo el español, me anoté en un curso y de a poco voy aprendiendo, también aprendo de las novelas que pasan por la tele ya que es con lo que me distraigo después de hacer mis tareas. 

Mi marido sale por mucho tiempo de la casa a trabajar y durante ese tiempo me ataca un sentimiento que no había sentido nunca con tanta fuerza, la soledad es difícil, hace unos días estaba en mi casa de Senegal con mis hermanos, tíos, abuelos, sobrinos,comiendo con ellos, cocinando con ellos, riendo y compartiendo. Vinimos acá a buscar suerte, pero a veces siento que encontré menos de lo que tenía.

Trato de recordar que lo que estoy haciendo lo hago por mi familia, eso es lo que ayuda, ahora este país va a ser como mi segunda patria.

Capítulo 2

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Hoy volví a agarrar mi diario porque sentía cierta melancolía, el tiempo pasó, no puedo creer que ya hace 16 años vivo en Argentina. Viví todo tipo de situaciones, buenas y malas, a veces hay problemas para trabajar, pasamos por muchas cosas para conseguir algo, lo mínimo con lo que vivir, no robamos, no hacemos nada malo, solo lo que podemos, sufrimos allanamientos en los que nos sacaron el material con el que trabajamos, porque no nos aceptaban en ciertos lugares. Pero por otro lado pasaron muchas cosas buenas, ahora tengo dos hijos, Omar ya tiene 16 años y Aissa acaba de cumplir los 13. Los dos crecieron estudiando acá, hacen sus actividades, son felices y eso me llena de alegría. Sé que todo lo que pasé fue por algo, obviamente, sigo extrañando a mi familia que está allá, pero acá también hay muchas cosas que me hacen sentir en casa, como la asociación Karambenor donde nos reunimos las mujeres de la región sur de Senegal, Casamance. Desde 2012 que nos apoyamos, nos reunimos seguido, prestamos plata a los que llegan para que puedan empezar a vender, nos ayudamos entre todos, es como mi segunda familia.
Esto es difícil, es perder una parte para ganar otra, pero no hay nada más lindo que ver a mis hijos tener lo que quieren, llegar a su meta y eso es lo que me mantiene feliz.

Epílogo

No sabemos con exactitud qué fue de esta hermosa familia que como otras miles dejaron mucho para vivir con poco, pero podemos estar seguros de que siguen de pie firmes buscando la manera de seguir, de estar bien y de hacer al resto de su familia feliz.