
Encuarentenados y a corazón abierto
Cuando la realidad supera la ficción
Cuarentenados. Una historia de abuso policial
por Agustín Chiapasco
PRÓLOGO
Este relato de no ficción es una muestra de una gran investigación que se hizo estando en cuarentena. La información proviene de diferentes diarios de Argentina, testimonios y videos de los protagonistas. Todos gracias al uso de la tecnología que me permitieron acercarme a Gustavo y Abril.
Esta es una historia basada en hechos reales con algunas modificaciones que resulten atractivas para el lector. Para cuidar la identidad de los personajes se le cambian los nombres, sólo se conservó el de su perro Marcos, mascota con la cual me encariñé.
Esta historia cuenta el abuso policial en tiempos de coronavirus en los que la cuarentena impuso nuevas normas, tanto las permitidas como las prohibidas. Lo permitido era salir de casa para ir a comprar productos alimenticios y farmacéuticos. En cambio, lo prohibido era salir a pasear o hacer deportes.
Este relato se sitúa en la ciudad de Bahía Blanca, lugar tranquilo y pacífico pero donde los problemas también ocurren. Los protagonistas son dos personas comunes, trabajadoras y respetuosas que vivieron un hecho que no olvidarán nunca más.
PRIMERA PARTE
LOS PERSONAJES
Gustavo es un hombre tranquilo, pero si aparecían problemas no controlaba su furia. Un día, con un amigo fue a cenar a un restaurante y los dueños lo culparon por pagar con billetes falsos. El amigo cuenta que Gustavo se enloqueció, comenzó a gritar y maltratar a los dueños, quienes luego lo denunciaron.
Después de todo lo sucedido, su grupo de amigos le inventó un apodo: “TIGRE”.
Físicamente, Gustavo es un hombre de estatura mediana, pelo negro, largo y lacio. Tiene 35 años y trabaja en un almacén polirubro.
Su vida diaria es bien rutinaria, se va a las 7 de la mañana y vuelve cerca de las 22 horas a su casa en la ciudad de Bahía Blanca.
Vive junto a su esposa, Abril. Están juntos hace 5 años, la convivencia es buena aunque ella se enoja mucho por la pasividad de su marido. No planean tener hijos, su objetivo es recorrer el mundo y morir juntos.
Abril es una mujer de 36 años, su altura es mayor que la de Gustavo, pelo castaño y ondulado. Es muy querida por la gente, ya que es muy simpática, amable y solidaria. Trabaja en el almacén junto a su marido. “Hace los mejores alfajores de la ciudad de Bahía Blanca”- cuenta orgulloso Gustavo.
En sus tiempos libres toca el piano, uno de sus hobbies preferidos desde que era menor de edad.
Ambos tienen un perro como mascota que lo rescataron de la calle, es de raza boxer y se llama “Marcos”. Dormía en la puerta del almacén donde trabaja la pareja. Hasta que un día salen de trabajar, era muy tarde y hacía frío. El perro corrió tirándose encima de ellos, pidiendo protección. Ese fue el día que se conocieron bien y no se separaron nunca más.
Cuando llegaron a su casa se dieron cuenta de que su perro estaba enfermo y así lo confirmó su veterinario. Probablemente fue abandonado por su enfermedad y por su edad avanzada. Ellos aún más lo quisieron, lo cuidaron y lo protegieron. Se convirtió en uno más de la familia.
La familia de Gustavo estaba conformada por su mamá y un hermano que vive en el exterior. Su papá está preso por robo y agresión hace 13 años. Él fue el único responsable de su mamá, que además de ser una persona mayor contaba con algunas enfermedades. La familia de Abril era numerosa, pero estaban todos peleados y separados, la mayoría vivía en CABA. Como ella vivía cerca de la casa de su abuela, la visitaba y la ayudaba en todo lo que necesitara.
SEGUNDA PARTE
EL COMIENZO DE LA CUARENTENA
El viernes 20 de marzo del 2020 ambos fueron a trabajar como todos los días.
La pareja estaba preocupada porque un virus llamado COVID-19 había llegado a la Argentina y todos los medios de comunicación hablaban de ello.
Había mucho desconcierto, miedo e inseguridades. No se sabía muy bien qué era este virus ni cómo curarse de él. Pero sí se sabía cuáles eran los métodos para cuidarse del contagio.
Para esa noche se hablaba de un anuncio muy importante del presidente Alberto Fernández. Ambos esperaron la hora pautada.
Este anunció: “Nadie puede moverse de su residencia, todos tienen que quedarse en sus casas”.
Los dos se miraron preocupados y se preguntaban:
- ¿Vamos a poder ver a nuestra familia? ¿Por cuánto tiempo vamos a estar en cuarentena? ¿40 días? - se preguntaba Gustavo, nervioso.
- Para mí no vamos a poder salir. Sólo para hacer las compras - responde Abril, muy segura.
No podían creer lo que estaba sucediendo. En las noticias hablaban de diferentes teorías de la procedencia del virus: de los murciélagos o inventado en un laboratorio. Lo que sí se sabía era el país donde se originó: “CHINA”.
Ya escucharon lo que tendrán que hacer, lo permitido y lo prohibido.
Como en el almacén venden productos alimenticios y de limpieza se encuentra dentro de los comercios habilitados para la venta. Esta situación no dejaba de preocuparlos. ¿Venderemos igual que siempre? ¿Seguirá entrando más dinero? ¿Podremos pagar los impuestos? y mucho más para preguntarse…..
El lunes 23 de marzo se levantan temprano como todos los días, desayunan juntos y ven los canales de noticias. “Sólo se podrá salir lo mínimo indispensable para aprovisionarse de artículos de limpieza, medicamentos y alimentos”. “Las personas exceptuadas son el personal de salud, fuerzas de seguridad, fuerzas armadas, bomberos y servicio meteorológico nacional”.
La pantalla estaba invadida de imágenes de calles desoladas, la poca gente que salía lo hacía para comprar alimento. Estaban salvados, por lo menos podrían seguir trabajando.
Se preparan para ir al almacén como todos los días. Pero esta vez con miedo, es como estar en una película de terror. Se suben al auto y se dirigen a su lugar de trabajo. Afuera el clima era caluroso, se espera una tarde con 30° de temperatura. Es feriado, sin embargo, ya nadie lo recuerda.
TERCERA PARTE
EL GRAN SUCESO
El trabajo no era como antes. La gente improvisaba barbijos caseros, algunos iban con guantes y otros ni siquiera miraban a los ojos. ¡Parecía que el virus se transmitía con la mirada! La gente estaba distinta, temerosa y con muchas inseguridades.
Las ventas subieron. La gente compraba comida como si hubiese una guerra muy pronto.
Gustavo y Abril tuvieron que sacar los permisos correspondientes para poder circular por la calle, al tener un comercio de venta de artículos esenciales, se los dieron rápidamente.
Los días pasaron, la primera fase de la cuarentena terminó pero anunciaron una nueva. Esto parece no tener fin.
El miércoles 13 de abril la pareja se dirige al almacén como todos los días. Fue un día bastante tranquilo en ventas, aunque Abril vendió muchos alfajores por la tarde y preparó otros que le encargaron para el día siguiente. Terminaron tarde, pero antes pasaron por la casa de Beatriz, mamá de Gustavo, a dejarle alimento para la semana. Como estaban cerca también hicieron lo mismo con la abuela de Abril, Herminia.
Eran las 23:05 pm. cuando llegaron a su casa. Pidieron un delivery de pizza y, mientras lo esperaban, pasearían a Marcos. El perro tiene una dificultad en la vejiga y necesita orinar cada 3 horas. Cuando ellos no están, un vecino se encarga de sacarlo pero a la noche son ellos los que deben hacerlo. Ya era tarde, las 00.20 hs, como a Abril le daba miedo salir sola, le pidió a su marido que la acompañara. Caminan una cuadra cuando un patrullero se detiene. Se baja un oficial, quien les dice “¿Qué están haciendo?”. Gustavo, muy asustado, les explica que estaban paseando a su perro porque tiene una enfermedad y debe orinar cada 3 horas. El policía era alto y flaco, y su rostro era de “pocos amigos”. Él comenzó a decirle que eso no se puede hacer y que solamente “dos casas para allá y dos casas para acá (en relación a su residencia) se puede caminar”. Gustavo empezó a transpirar, nervioso y con miedo porque el tono de voz del policía no era muy amable.
¡Usted está infringiendo la ley! No puede salir y caminar una cuadra en cuarentena a esta hora. ¿Usted no ve las noticias? - pregunta el policía.
Claro que conozco muy bien lo que está pasando, pero trabajo en un negocio y llego tarde a mi casa. Pero igual tengo los permisos, acompáñeme a mi casa - responde Gustavo.
¡Oficial! le pedí yo a mi marido que me acompañe porque era muy tarde para sacar a Marcos yo sola - contesta Abril con voz temblorosa.
Me va a tener que acompañar - dice el policía mientras le señala el auto.
Por favor, me tengo que levantar temprano.
Los minutos siguientes transcurrieron muy despacio. El policía lo tomó del cuello, tirándolo al piso. De fondo se escuchaba a Marcos ladrar, parecía estar asustado. Abril lo agarra fuerte de la correa mientras intenta levantar a su marido. No deja de decirle a la policía que solamente estaban paseando al perro, que tenían permiso para hacerlo.
El oficial pareciera no escucharla. Siguió golpeándolo con mucha brutalidad, piñas y patadas, sobre todo en la cara.
Gustavo se encontraba tendido en el suelo, cubriéndose como podía ante los golpes. No sentía el rostro, sus manos estaban hinchadas. Escuchaba voces, al parecer, de Abril, pero no podía definir qué decía.
No reaccionó, no golpeó, ni insultó al policía. Este lo levantó y lo empujó bruscamente adentro del patrullero. Marcos ya estaba sentado, recostado con cara de miedo. Al lado de él se sienta Abril, toda despeinada y con la ropa rasgada.
-¿Qué pasó mi amor? ¿te pegaron?
- Una oficial y otras dos que aparecieron después en un patrullero me agarraron de los pelos y me subieron, no me pegaron - comentó Abril.
Gustavo estaba muy golpeado, su cara estaba desfigurada y la nariz le dolía demasiado que pareciera fracturada. No paraba de perder sangre. Abril le presta un pañuelo que llevaba con ella.
Llegan a la comisaría de la ciudad. A su alrededor no había nadie, eran las 02:00 pm. Bajan del automóvil y los llevan a una habitación pequeña.
-Llamen a un médico, estoy perdiendo mucha sangre ¿no ven?
Abril intenta cubrir el rostro de su marido para detener la hemorragia. Sus ojos estaban hinchados y con moretones. Nadie se acercó a verlos. Decidieron grabar un testimonio de lo sucedido y Abril, con su celular, filma a un Gustavo aún con temor, angustia y bronca.
Recién a las 07:30 pm. un oficial les dice que se tomaría la indagatoria de los hechos.
Fueron largas horas de relatar lo que vivieron. Repetir una y otra vez que ellos tenían los permisos para circular
CUARTA PARTE
DESAFECTADOS
Los policías que participaron del hecho, esa noche de larga espera y luego de la declaración de los damnificados, desaparecieron del cuartel. Si bien los pudieron localizar ellos hablaron de lo sucedido diciendo “siempre respetamos la ley”.
Marcos estaba cansado, sediento y con hambre. Unos policías “amables” se acercaron y le dieron agua y comida. Abril no deja de acordarse de las imágenes del tipo golpeando a Marcos para que entre al auto.
Ese tipo se merece lo peor. Le dio una patada en la cola a Marcos para que entre al patrullero y el pobre, sin hacer nada, se subió y se quedó quietito.
Ese mismo día Abril se encargó de enviar el video de su marido a varios sitios, lo publicó en sus redes sociales y lo mandó a algunos canales de televisión. A partir de ese momento no paraba de sonar el teléfono de ambos. Conocían el caso hasta en Brasil.
Tras el episodio, la Jefatura Departamental dispuso realizar un sumario interno a los cuatro policías involucrados en el procedimiento “por esta situación se enviaron los respectivos informes a Asuntos Internos, quien ordenó desafectar a los efectivos” - indicaron fuentes de la fuerza.
Los voceros agregaron que “se está tratando de determinar las responsabilidades de cada uno de los cuatro policías”. Todo fue un revuelo. La familia que antes no se hablaba ahora llaman todos los días.
Pasó un mes y finalmente estos cuatro policías no pudieron volver a trabajar en las calles. Ya no volverían a hacer lo que quisieran con la gente*.
Gustavo y Abril continuaron la cuarentena en su casa con Marcos, trabajando como todos los días, pero esta vez con más cuidados.
El coronavirus siguen, la vacuna está lejos de ser hallada, pero ellos están más juntos que nunca.
* Existe poca información sobre la situación laboral actual de estos policías. Lo único que sabe en verdad es que NO están patrullando las calles.